Monseñor
Oscar de la Compasión ONSC
Con profundo dolor observamos la situación en la que la
Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo ha sido sumida a causa del
aparente y momentáneo triunfo de la herejía modernista, que llegó
a la Silla de Pedro con la muerte de Su Santidad, de Venerable
Memoria, Pio XII.
Con profundo dolor vemos como millones
de almas se condenan, muchas por ignorancia, otras a conciencia a
las llamas del infierno por profesar una enseñanza contraria a la
Santa Fe Católica. Principalmente, somos testigos del sacrilegio de
esa parodia de misa, instituida por el “Papa Paulo VI” y toda su
camarilla. Dicha celebración protestante (pues ha sido tomada en su
forma, en sus oraciones y en su finalidad de la liturgia luterana)
no agrada a Dios, ni le ofrece al Creador un sacrificio que sea
presa de salvación, sino por el contrario, se instituye desde las
antiguas iglesias y templos que, una vez fueron católicos, un culto
que endulza los oídos a Satanás, padre de la mentira y rector en
las sombras de aquel acto de apostasía, cisma y herejía que fue el
Conciábulo Vaticano, convocado por el Antipapa “Juan XXIII” y
continuado por “Paulo VI”, expresado en todas sus formas por
“Juan Pablo II”, y disimulado bajo una pantalla de “tradición”
por el que ahora ocupa la Santa Sede, “Benedicto XVI”.
Además, apelando
a la autoridad de este aquelarre, causa y motivo de todos los males
que afligen a la “Iglesia”, se practican aberraciones como el
falso ecumenismo, el indiferentismo y todas las herejías condenadas
previamente por el magisterio bimilenario de la Iglesia Católica.
Ante esta situación, no podemos dejar
de preguntarnos “¿Qué hacer?”
¿Podemos ir contra nuestra conciencia,
ligada para siempre a la Doctrina y Tradición Católica? No
podemos.
¿Podemos aceptar con dolor y resignación
las herejías que se nos quieren imponer? No podemos.
¿Podemos dar nuestra alianza a quienes
propagan estas herejías? No podemos.
¿Podemos, acaso, aceptar que quienes
poseen estas creencias heréticas, que aquellos a quienes se les
asignó el deber de expandir la Palabra de Dios y guardar del Depósito
de la Fe y que sin embargo se dedican a violar todos y cada uno de
los dogmas católicos siguen perteneciendo a la Santa Iglesia Católica?
No podemos.
¿Podemos someternos a quienes niegan
que la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo no es la Iglesia Católica,
sino que aquella subsiste en esta, de forma incompleta y parcial? No
podemos.
No podemos, ni queremos cambiar nuestra
religión por esta otra, nueva, modernista, protestante y falsa,
como falso es su Padre, el Demonio, padre de la Mentira y del error.
Es por ello que, tras estudiar con
cuidado y detenimiento nuestra situación actual, y a la luz de las
tradiciones de la Iglesia, en virtud del cargo de Obispo que poseo,
Creo que la Sede Apostólica de Roma está vacante desde la muerte
de Pio XII y que desde el año 1958 ha sido usurpada por herejes.
Creo que desde entonces ya no hay Pontífices,
pero que esto no significa una negación de aquello que el Gran
Concilio Vaticano declaró en 1870 acerca de que la Iglesia tendría
Vicarios de Cristo a perpetuidad. Creo que los Antipapas que ocupan
la primer sede apostólica han inventado una nueva religión, que es
Modernista y Protestante, que no es Católica, que no es Cristiana y
que por lo tanto, no agrada a Nuestro Señor. Quienes se adhieran a
la religión predicada por Roncalli, conocido como “Juan XXIII”,
instituída por “Paulo VI”, y consolidada por “Juan Pablo
II” y su sucesor, el Antipapa “Benedicto XVI”, abandonan la Fe
Católica de siempre y se adhieren al cisma que desde Roma se
predica. Quienes dan su alianza al declararse “una cum” la Roma
modernista y protestante incurren en el mismo pecado.
Y como yo, Oscar de la Compasión,
Obispo, tengo la obligación de luchar por la salvación de las
almas para mayor gloria de Dios, denuncio a la herejía y los
heresiarcas.
Me acompañe en esta misión la
protección de Nuestra Señora, la Santísima Virgen María, Madre
de Dios.
Oscar de la Compasión.
Obispo
de la Iglesia Católica.
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