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viernes, 1 de abril de 2005

Declaración sobre la Sede Vacante

Por Su Excelencia Reverendísima 
Monseñor Oscar de la Compasión ONSC



     Con profundo dolor observamos la situación en la que la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo ha sido sumida a causa del aparente y momentáneo triunfo de la herejía modernista, que llegó a la Silla de Pedro con la muerte de Su Santidad, de Venerable Memoria, Pio XII.
    Con profundo dolor vemos como millones de almas se condenan, muchas por ignorancia, otras a conciencia a las llamas del infierno por profesar una enseñanza contraria a la Santa Fe Católica. Principalmente, somos testigos del sacrilegio de esa parodia de misa, instituida por el “Papa Paulo VI” y toda su camarilla. Dicha celebración protestante (pues ha sido tomada en su forma, en sus oraciones y en su finalidad de la liturgia luterana) no agrada a Dios, ni le ofrece al Creador un sacrificio que sea presa de salvación, sino por el contrario, se instituye desde las antiguas iglesias y templos que, una vez fueron católicos, un culto que endulza los oídos a Satanás, padre de la mentira y rector en las sombras de aquel acto de apostasía, cisma y herejía que fue el Conciábulo Vaticano, convocado por el Antipapa “Juan XXIII” y continuado por “Paulo VI”, expresado en todas sus formas por “Juan Pablo II”, y disimulado bajo una pantalla de “tradición” por el que ahora ocupa la Santa Sede, “Benedicto XVI”.
Además, apelando a la autoridad de este aquelarre, causa y motivo de todos los males que afligen a la “Iglesia”, se practican aberraciones como el falso ecumenismo, el indiferentismo y todas las herejías condenadas previamente por el magisterio bimilenario de la Iglesia Católica.
    Ante esta situación, no podemos dejar de preguntarnos “¿Qué hacer?”
    ¿Podemos ir contra nuestra conciencia, ligada para siempre a la Doctrina y Tradición Católica? No podemos.
    ¿Podemos aceptar con dolor y resignación las herejías que se nos quieren imponer? No podemos.
    ¿Podemos dar nuestra alianza a quienes propagan estas herejías? No podemos.
    ¿Podemos, acaso, aceptar que quienes poseen estas creencias heréticas, que aquellos a quienes se les asignó el deber de expandir la Palabra de Dios y guardar del Depósito de la Fe y que sin embargo se dedican a violar todos y cada uno de los dogmas católicos siguen perteneciendo a la Santa Iglesia Católica? No podemos.
    ¿Podemos someternos a quienes niegan que la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo no es la Iglesia Católica, sino que aquella subsiste en esta, de forma incompleta y parcial?   No podemos.
    No podemos, ni queremos cambiar nuestra religión por esta otra, nueva, modernista, protestante y falsa, como falso es su Padre, el Demonio, padre de la Mentira y del error.
    Es por ello que, tras estudiar con cuidado y detenimiento nuestra situación actual, y a la luz de las tradiciones de la Iglesia, en virtud del cargo de Obispo que poseo, Creo que la Sede Apostólica de Roma está vacante desde la muerte de Pio XII y que desde el año 1958 ha sido usurpada por herejes.
    Creo que desde entonces ya no hay Pontífices, pero que esto no significa una negación de aquello que el Gran Concilio Vaticano declaró en 1870 acerca de que la Iglesia tendría Vicarios de Cristo a perpetuidad. Creo que los Antipapas que ocupan la primer sede apostólica han inventado una nueva religión, que es Modernista y Protestante, que no es Católica, que no es Cristiana y que por lo tanto, no agrada a Nuestro Señor. Quienes se adhieran a la religión predicada por Roncalli, conocido como “Juan XXIII”, instituída por “Paulo VI”, y consolidada por “Juan Pablo II” y su sucesor, el Antipapa “Benedicto XVI”, abandonan la Fe Católica de siempre y se adhieren al cisma que desde Roma se predica. Quienes dan su alianza al declararse “una cum” la Roma modernista y protestante incurren en el mismo pecado.
    Y como yo, Oscar de la Compasión, Obispo, tengo la obligación de luchar por la salvación de las almas para mayor gloria de Dios, denuncio a la herejía y los heresiarcas.
    Me acompañe en esta misión la protección de Nuestra Señora, la Santísima Virgen María, Madre de Dios.
 Oscar de la Compasión.
Obispo de la Iglesia Católica.


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