Los Orígenes
Todas
las órdenes y congregaciones religiosas de la Iglesia Católica
comenzaron como pequeñas comunidades de hombres y mujeres devotos,
unidos simplemente por sus principios. Con el transcurso del tiempo,
cada orden adoptó reglas y constituciones, que fueron luego aprobadas
por la Iglesia. La Orden de Nuestra Señora la compasión tiene una
historia particular.
En
el año 1817, San Mauricio Garrigou funda la “Congregación de las
Hermanas de Nuestra Señora de la Compasión”, se trataba de
una congregación de religiosas con un apostolado activo en medio de un
mundo hostil, llevando el mensaje evangélico del amor, la compasión y
la humildad. Sin embargo, las constituciones de la Congregación eran fácilmente
maleables al espíritu Modernista que se apoderó del Vaticano tras la
muerte de San Pio XII en 1958. De esta forma, la Congregación y
todos sus miembros (tanto las religiosas como los laicos) aceptaron el Conciabulo
Vaticano II, la herejía neomodernista y neoprotestante,
por lo tanto renunciaron tácitamente a sus dignidades al cambiar de
religión (Código de Derecho Canónico de 1917, 188, # 4). Pronto
esto se evdenció en el trabajo de la Congregación... las costumbres se
relajaron, imperó el falso ecumenismo y las vocaciones se hicieron cada
vez menores. Era de suyo que Dios ya no estaba con ellos.
Sin
embargo, la devoción por Nuestra Señora de la Compasión, así como
los ideales que animaron a la obra del P. Garrigou inspiró a un pequeño
grupo de católicos de la zona de Moreno, en la Provincia de Buenos
Aires, República Argentina. Así fue como poco a poco en el año 1990
se constituyó una asociación de laicos que se sentían una particular
vocación por Nuestra Señora de la compasión. En el año 2003 un
joven de nombre Oscar se unió a este grupo de oración. Él sintió
un especial llamado de Nuestra Señora para fundar una
Orden Religiosa, tanto para hombres como para mujeres. El Hermano Oscar,
quien en agosto de ese año escribió el primer Capítulo General de la
Orden, estableció sus reglas y constituciones, que fueron
remitidas a Monseñor Martín Dávila.
De
las sagradas ordenes a la lucha por restablecer el Papado
Al
año siguiente, el Hermano Oscar viajó a Francia, donde se entrevistó personalmente con Monseñor
Cantor, Obispo de la Iglesia Santa María, y que le ordenó sacerdote el
11 y obispo el 24 de marzo del año 2005. Monseñor Cantor utilizó
el rito tradicional.
El 1º de
abril de aquel mismo año, otra vez en Argentina, y con la dignidad episcopal, el ahora Monseñor Oscar hizo
publica su famosa Declaración sobre la Sede Vacante y acabó de dar
forma definitiva a la Orden de Nuestra Señora de la Compasión, cuyos
miembros profesan y mantienen la fe católica tal como fue enseñada
constantemente a través de los siglos desde los tiempos de Cristo.
Monseñor Oscar, entonces hizo que todos los miembros de la orden
reafirmaran el juramento anti-modernista de San Pio X, así como una
profesión de fe sedevacantista.
Monseñor Oscar decidió entonces agregar a su nombre el de la Orden por
el fundada, así pasó a llamarse Oscar de la Compasión.
El
día 8 de diciembre del 2005, Monseñor Oscar ordenó a cinco obispos
y veinte sacerdotes.
El 10 de marzo del año 2006, por iniciativa de Monseñor Emilio Javier
de la Compasión, estando Monseñor Oscar en un viaje apostólico, fue
abierto un sínodo de Obispos que declaró la convocatoria a un Conclave
Extraordinario para la Elección de un nuevo Papa. El 24 de
marzo se reunieron en la ciudad de Luján cerca de treinta obispos, de
esa elección salió electo Monseñor Oscar, que adoptó el nombre de
"León XIV". Desde aquel momento la Silla Apostólica
ya no está vacante.
¿Como
es un compasionista?
¿Pero,
como vive un compasionista? ¿Como es el desempeño de su sacerdocio?
¿Cómo se educa? Esta es una breve respuesta a estas preguntas:
La
Orden de Nuestra Señora de la Compasión tiene como principal misión preservar
las doctrinas y tradiciones de la única fe verdadera; para ello debe
tener sacerdotes para defender estas enseñanzas y adiministrar los
sacramentos vivificantes de la Iglesia Católica Apostólica Remanente.
La meta de esta Orden es formar el tipo de sacerdotes marianos por los
cuales oró San Luís María de Monfort hace dos siglos: «...verdaderos
siervos de la Bienaventurada Virgen, que, como santo Domingo, viajarían
a todas partes con la ardiente y brillante antorcha de los santos
evangelios en su boca y con el santo rosario en sus manos...» (Súplica
ardiente para obtener misioneros).
Los sacerdotes compasionistas profesan los
simples votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia,
y viven de acuerdo a una regla similar a la de otras congregaciones
marianas. Su espíritu es claramente mariano, y está basado en la
consagración total a la Santísima Virgen María, tal como fue enseñada
por San Luís María de Montfort y San
Mauricio Garrigou.
Dentro de la Congregación
existe una costumbre que simboliza la misión de los sacerdotes marianos
y su dedicación a Nuestra Señora de la Compasión. Inmediatamente
después de la ceremonia de ordenación, el recién ordenado se
arrodilla junto con sus hermanos-sacerdotes ante una imagen de Nuestra
Señora para renovar sus votos religiosos, así como su lealtad para
sostener y defender todas las doctrinas y tradiciones de la Santa
Iglesia Católica. A esto se le une un juramento de nunca ofrecer el
santo sacrificio de la misa de otra manera que la prescrita por el Papa
san Pío V y el Santo Concilio de Trento.
Los sacerdotes compasionistas
se ocupan de un apostolado activo: trabajo parroquial, enseñanza,
edición
y publicación de literatura católica, y viajar para poner la misa y
los sacramentos a disposición de los católicos. Los Obispos diocesanos
tienen siempre a su disposición sacerdotes compasionistas dispuestos a
recorrer la distancia que sea nesesaria para administrar los sacramentos.
Así vivimos, esa es nuestra misión.
Un sacerdote compasionistas es
diferente del grueso de los "sacerdotes" modernos de la
Iglesia Conciliar, pues él sirve por mandato de Jesucristo y la Iglesia
Católica Romana Remanente, no de la Moderna Iglesia Conciliar Romana.
Tiene asegurada una ordenación válida, puesto que la recibió en el
rito tradicional, y no según el ritual revisado y adulterado de 1968.
Esto lo hace un verdadero representante de Jesucristo, con el poder y
deber legítimo de administrar los sacramentos de la Iglesia Católica
en perfecta comunión con el Verdadero y legítimo Sucesor de San Pedro,
Su Santidad León XIV.
Un sacerdote Compasionista
celebra solamente la tradicional misa latina, en la que repite el gran
Sacrificio del Calvario, y mediante la cual se convierte en canal de la
gracia para su rebaño. Cuando administra el sacramento de la
penitencia, concede la absolución, en confesión privada, a todos los
que verdaderamente están contritos. De ese modo borra el pecado y
ocasiona la sanación de las almas. A través del bautismo presenta
almas a Dios, y a los que se hallan en peligro de muerte administra el
sacramento de la extremaunción y con ello les prepara sus almas para la
gloria. Además, aconseja a los jóvenes, hombres y mujeres, que se
preparan para el matrimonio y la paternidad en una sociedad que ya no
cree en la santidad de ninguno, y los une en santo matrimonio.
El sacerdote compasionista
tiene un gran poder, una gran responsabilidad y una gran carga laboral.
A causa de los retos únicos a la fe católica tradicional, y los retos
a la misma institución del sacerdocio, necesita él estar bien versado
en cuestiones teológicas y filosóficas. En ocasiones, necesita cumplir
los roles de consejero, maestro, orador y hasta de contador. Puede que
tenga parroquia, pero, con la presente carencia extrema de clérigos
católicos, sus responsabilidades se extienden a otros lugares. Habiendo ofrecido
una o dos misas cada domingo por la mañana en su parroquia residencial,
quizá después tenga que viajar cientos de kilómetros por automóvil o
avión para ofrecer el Santo Sacrificio en otra localidad por la tarde.
Tal vez sea llamado para administrar la extremaunción a cualquier hora
del día o la noche. Él debel luchar por guiar a su rebaño a la
salvación en un mundo que parece estar más pronto a servir a Satanás
que a Cristo.
Un sacerdote de la Orden de
Nuestra Señora de la Compasión toma los votos religiosos de pobreza,
castidad y obediencia. Al criterio de las mayorías, estos votos son
vistos como restrictivos y onerosos, pero, en realidad, lo liberan. Con
nada mundano que ganar o perder, el religioso puede fácilmente guiar a
otros por este mundo hacia el otro. Con el voto de la pobreza tiene la
libertad para concentrarse tanto en las cosas espirituales como en las
cosas materiales sin estar atado a las posesiones mundanas. Su voto de
castidad encauza su fidelidad, devoción y energía hacia Cristo y la
Iglesia, y no a algún individuo; así queda libre para tratar con las
muchas responsabilidades del sacerdocio. Permanece concentrado, y no
dividido, en sus lealtades e intereses. Con el voto de obediencia a
Dios, en la persona de sus superiores, el sacerdote alcanza verdadera
humildad y queda libre para imitar a Nuestro Señor sin la mancha de la
falsa piedad. La humildad obediente lo capacita para perseguir la
santidad sin hacerse santurrón. Si es un buen ejemplo de Cristo, su
rebaño no tendrá dificultad en seguir los pasos de los santos. Al
vivir una vida dedicada a Dios, a nuestra Santa Madre y a la salvación
de las almas, el sacerdote crecerá en sabiduría y santidad, y llegará
a conocer, amar y servir a Dios y a su prójimo como nadie más puede.
Palabras
finales
En
los últimos tiempos la Orden ha crecido muchísimo y se ha visto
fortalecida gracias al Papado de Alejandro IX, quien es el Superior
General.
Como
sacerdotes fieles y leales al Papa, nosotros no podemos sino sentirnos
llenos del Espíritu Santo al ver los magníficos frutos que nuestra orden
está dando a la Iglesia: cada día nace una vocación, cada día un
sacerdote se confirma en la Gracia de Dios y redescubre la inmensa riqueza
de una orden que, aunque joven, tiene un gran futuro: el futuro de la
Iglesia Toda.
La Orden de Nuestra Señora de la Compasión es la única orden religiosa canónica de la Iglesia Católica Remanente para los hombres y las mujeres que desean vivir consagrados a Dios. Guiados por la Regla de la Orden, y operando bajo la dirección de su Superior, se dedica a promover el bienestar espiritual de sus miembros y de todos aquellos a quienes ministran.
La orden es una sociedad de hermanos, hermanas, diáconos, sacerdotes y obispos que profesan votos religiosos y que admite personas calificadas a la adhesión a las Órdenes Sagradas o a la oración como simples hermanos legos. Como una red de comunidades e individuos comprometidos con ser testigos del Evangelio, y profesando una fe común en nuestro Señor Jesucristo, celebramos la diversidad del pueblo de Dios con la fidelidad a la tradición dos veces milenaria de la Iglesia de Cristo. De especial interés para la labor de la Orden es la misión de promover una espiritualidad militante y fiel dentro del mundo moderno y que se extiende una invitación a todos aquellos que se han sentido expulsados de la Iglesia por permanecer fieles a las creencias perennes.
Para lograr esto nos involucramos en una variedad de ministerios, incluyendo, pero no limitado a: la oración, la predicación, la enseñanza, retiros espirituales, ministerio parroquial, la dirección espiritual, consejería pastoral, administración, ministerio en la calle, y la preparación de hombres y mujeres para la vida religiosa y la ordenación. Tratamos de construir puentes de entendimiento entre las instituciones religiosas y los más necesitados del amor de Dios. A través de nuestra vida, la oración y el ministerio, buscamos impregnar la sociedad en general con esos valores, que son los del Evangelio.
DECLARACIÓN DE LA MISIÓN
DE LA ORDEN DE NUESTRA SEÑORA DE LA COMPASIÓN
La Orden de Nuestra Señora de la Compasión es la única orden religiosa canónica de la Iglesia Católica Remanente para los hombres y las mujeres que desean vivir consagrados a Dios. Guiados por la Regla de la Orden, y operando bajo la dirección de su Superior, se dedica a promover el bienestar espiritual de sus miembros y de todos aquellos a quienes ministran.
La orden es una sociedad de hermanos, hermanas, diáconos, sacerdotes y obispos que profesan votos religiosos y que admite personas calificadas a la adhesión a las Órdenes Sagradas o a la oración como simples hermanos legos. Como una red de comunidades e individuos comprometidos con ser testigos del Evangelio, y profesando una fe común en nuestro Señor Jesucristo, celebramos la diversidad del pueblo de Dios con la fidelidad a la tradición dos veces milenaria de la Iglesia de Cristo. De especial interés para la labor de la Orden es la misión de promover una espiritualidad militante y fiel dentro del mundo moderno y que se extiende una invitación a todos aquellos que se han sentido expulsados de la Iglesia por permanecer fieles a las creencias perennes.
Para lograr esto nos involucramos en una variedad de ministerios, incluyendo, pero no limitado a: la oración, la predicación, la enseñanza, retiros espirituales, ministerio parroquial, la dirección espiritual, consejería pastoral, administración, ministerio en la calle, y la preparación de hombres y mujeres para la vida religiosa y la ordenación. Tratamos de construir puentes de entendimiento entre las instituciones religiosas y los más necesitados del amor de Dios. A través de nuestra vida, la oración y el ministerio, buscamos impregnar la sociedad en general con esos valores, que son los del Evangelio.
+
Sobre Nuestra Orden
+
Los votos de la ONSC
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Vida espiritual
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Regla
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